Sin embargo, en la puja hubo buenas noticias para la organización política oficial del presidente José Ignacio Lula Da Silva, que se alzó con 78 por ciento de los escaños parlamentarios.
Esa condición en el seno del poder legislativo sería tremendo apoyo para la gestión del futuro presidente impulsado por el PT, así como oposición fuerte y cerrada si la jefatura del estado cayese en otras manos.
El elemento que se señala como importante en el rumbo de la segunda vuelta electoral brasileña programada para fines de este octubre, resulta el peso de la candidata del Partido Verde, Marina Silva, ex ministra de medio ambiente del gabinete de Lula Da Silva.
Esa agrupación se alzó con 20 por ciento de los sufragios. Se presupone que quien logre su apoyo para la nueva ronda comicial podría adjudicarse el triunfo sin mayores contratiempos.
De facto, la derecha no ha ocultado sus intenciones de negociar con los Verdes, aunque la propia Marina Silva precisó que los pasos a dar deben ser discutidos en el seno de su agrupación. Al decir de la prensa local, la Silva podría ser “el árbitro” de la cercana disputa.
Mientras, el presidente José Ignacio Lula da Silva dejará la presidencia con índice de popularidad nunca antes visto en Brasil: 80 por ciento de aceptación que tiene su base en el avance a mejores niveles de vida de los casi 30 millones de ciudadanos, y en el crecimiento económico sostenido, que este año debe superar siete por ciento.
Además, Brasil ha ganado enorme resonancia internacional por sus posiciones políticas progresistas. Y todo ese legado debería no solo cuidarse, sino desarrollarse aún más a favor no solo del gigante sudamericano sino también de América Latina y el resto del orbe.
Es de desear entonces que intereses tan elevados no pasen por alto, a la hora de la nueva ronda electoral, para aquellos sectores políticos progresistas los cuales tienen en sus manos la posibilidad de contribuir a que Brasil siga su positiva trayectoria interna global de los últimos años. El interés de la nación vale más que cualquier desacuerdo de segundo orden.
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