Más que acto protocolar, la decisión de Cuba de restablecer relaciones diplomáticas con la Unión Soviética el ocho de mayo de 1960, hace 50 años, fortaleció la determinación combativa del pueblo y su derecho a defender la independencia y la Revolución.
Cuando los cubanos reanudaron sus vínculos con los soviéticos, la única alternativa era la soberanía o la restitución del dominio norteamericano.
Por entonces, el país nunca había tenido sólida economía y mucho menos poderío militar para sustraerse de la esfera de influencia de EE.UU., llevada a planos notables durante la dictadura de Fulgencio Batista.
El 13 de febrero de 1960, Fidel Castro y Anastas I. Mikoyán, primer ministro y viceprimer ministro de Cuba y la URSS, respectivamente, suscribieron en La Habana el convenio de intercambio comercial y de pagos, que sentó las bases para la compra de azúcar —rechazada por el belicoso vecino del norte—, el envío de petróleo y alimentos.
En julio de ese año, Raúl Castro Ruz, ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, sostuvo en Moscú un encuentro con Nikita S. Jruschov, presidente del Consejo de Ministros de la URSS, quien advirtió que “si se emprendiera contra Cuba una intervención armada, se le prestará la ayuda necesaria”.
La historia por el interés diplomático mutuo comenzó el 26 de mayo de 1902, fecha en que el presidente a la sazón, Don Tomás Estrada Palma, cuando concluyó “la ocupación de nuestro país por los Estados Unidos de Norteamérica”, le manifestó en carta a Nicolás II, Zar de Rusia, su deseo de establecer “relaciones de amistad”. La designación del cónsul ocurrió en 1913.
Aunque el Ejército Constitucional de la República no participó en la II Guerra Mundial, Cuba aportó principalmente azúcar y la proverbial solidaridad política y moral de su pueblo.
El 17 de octubre de 1942 se acordó por primera vez el establecimiento de relaciones diplomáticas y consulares entre los dos países.
Pero Batista se sumó a la conjura mediática de la llamada Guerra Fría y después de su golpe de estado en marzo de 1952, inició la correspondiente ruptura de las relaciones.
La desaparición de la Unión Soviética hace algunos años, implicó para Cuba reconsiderar sus propias experiencias y poner en práctica su política con el estado sucesor de los soviéticos: Rusia.
Tanto es así, que ambas partes han logrado excelentes relaciones sobre la base del Memorando de Cooperación Estratégica y otros acuerdos, firmados durante la visita a Moscú, en 2009, del Presidente Raúl Castro.
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